Hoy tenemos la gran bendición de poder leer la Biblia en nuestro propio idioma. Esto se debe al esfuerzo de incontables hombres y mujeres que han estudiado diligentemente los idiomas en los que la Biblia fue escrita originalmente, para luego traducirla a incontables lenguajes de la manera más fiel posible. La Biblia, entonces, no fue escrita en español, inglés, o francés. Más bien, fue escrita en tres lenguajes: hebreo, arameo, y griego. A continuación hablaremos un poco de cada uno de estos lenguajes.
LA BIBLIA EN HEBREO
La mayor parte de lo que llamamos el Antiguo Testamento (los judíos lo llaman Tanaj) fue escrito en hebreo. El hebreo es una antigua lengua semítica parecida al ugarítico. Fue hasta el año 180 a. C. que esta lengua comenzó a ser llamada “hebreo”, ya que antes se le llamaba la lengua de Canaán, o de Judá (Is. 19:18; 2 R. 18:26; Is. 36:11). El alfabeto hebreo consta de 22 letras, las cuales se usan en algunas porciones acrósticas en la Biblia, como el Salmo 119 y los primeros cuatro capítulos de Lamentaciones.
Los antiguos textos hebreos fueron escritos sin vocales (como nosotros las conocemos), y fue hasta mucho tiempo después que unos hombres llamados los masoretas (en el siglo VII d. C., aproximadamente) incluyeron las vocales para facilitar la comprensión del texto.
LA BIBLIA EN ARAMEO
El arameo es un lenguaje muy parecido al hebreo. Las porciones en la Biblia que fueron escritas en ese idioma son las siguientes: Daniel 2:4–7:28; Esdras 4:8–6:18; 7:12–26; Jeremías 10:11. El arameo era el lenguaje de los asirios, quienes tenían su capital en Nínive. Mientras más crecía el imperio asirio, el arameo se convertía en el lenguaje del comercio. Era el lenguaje usado en las cortes de Babilonia (el tiempo de Daniel), y el lenguaje de comunicación oficial en el imperio persa (en el tiempo de Esdras).
LA BIBLIA EN GRIEGO
La evidencia textual hasta la fecha es que el Nuevo Testamento entero fue escrito en griego. Es posible que algunos libros del Nuevo Testamento hayan sido escritos originalmente en hebreo, pero de esto no hay evidencia de manuscritos. El griego bíblico es llamado koiné, que quiere decir “común”. Este griego era el que se hablaba comúnmente en las regiones del Mediterráneo que habían sido conquistadas por el Imperio griego, quien había “helenizado” el mundo.
Algunos se preguntan por qué el Nuevo Testamento fue escrito en griego, y no en latín, que era el lenguaje de los romanos, quienes dominaban el mundo en los tiempos de Jesucristo. Esto se debe a que cuando el imperio romano comenzó su conquista, decidió no imponer el latín sobre los pueblos conquistados, sino que lo usó solamente como el lenguaje oficial político.
Ya que Jesús había mandado a sus discípulos a predicar la Buena nueva por todo el mundo, el griego era el lenguaje más efectivo para la evangelización, ya que la mayoría del mundo conocido lo hablaba y entendía. Por supuesto, la mayoría de las regiones retenían sus lenguajes, de manera que muchas personas en el mundo antiguo hablaban por lo menos dos, y muchas veces tres o más idiomas.
LA BIBLIA EN NUESTRO IDIOMA
Demos gracias a Dios por aquellas personas que han dedicado su vida a traducir la Biblia a nuestro propio idioma. De esta manera, sin saber hebreo, griego, o arameo, podemos leer la misma Palabra de Dios y ser desafiados por ella.
Bibliografía:
Martin, W.J. Wood, D. R. W., ed. New Bible Dictionary. Downers Grove: InterVarsity Press, 1996.